Anoche no dormí…
Tenía años (literalmente) de no pasar un rato con Bárbara y Guillermo, mis mejores amigos en la época universitaria. Pero algo tienen de raro los inicios de año, y lo que en principio iba a ser ‘un rato platicando con Memo’ se convirtió en horas y horas en el Café Bizarro. Estuve a gusto la mayor parte del tiempo. Platicamos amable, civilizadamente, aunque es obvio que ya no hay muchas historias en común. Hubo quien evitó conscientemente los recuerdos de ‘los viejos tiempos’, y creo que estuvo bien: el romanticismo, la nostalgia, no pueden hacernos creer -ni siquiera por un momento- que todo sigue igual, que el tiempo pasa pero no cambia nada, etcétera.
De todos modos, estuve a gusto. De ahí fuimos a casa de Barbi. Es un lugar bonito, espacioso, bien ubicado. Espero que le vaya muy bien, que se adapte y lo disfrute, y tal. No me quedé mucho rato porque ya era tarde, hoy me tocaba levantarme temprano, esas cosas. Tomé un taxi, llegué aquí a eso de la medianoche, revisé mail, estuve baboseando en la red un rato. Total, que me dormí pasadas las tres de la mañana.
Y me desperté a las seis, ya sin sueño, lista para el nuevo día, wow.
Todavía no entiendo cómo logro hacer eso.
Ahora me despido. Tiempo de salir, ir al centro, acompañar a mi papá a la SEP, trabajar… (Nota mental: hoy debo dormirme tempras)
Autor: Raquel
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Madrugadas
A veces me da el insomnio, como hoy. Quisiera estar en la cama, y sencillamente, no tengo sueño. Lo peor es que tampoco ando muy inspirada como para escribir por aquí algo que valga la pena.
Vaya. El inicio de año me cayó extraño.
Y tengo miedo de que acaben las vacaciones… -
Se va… se va… se fueeeeee
Sí, claro… se acaba el año y muchos hacen fiesta. Hay quienes, sin pudor ni recato, se alegran públicamente de que ‘ya se va’. Caray… ¿y si ofendemos al pobrecito 2003? Digo, él no pidió venir a que lo llenáramos de guerra, hambre, carestía y políticos estúpidos, ¿verdad? Igual y el año que se acaba está tan harto de nosotros como muchos de nosotros de él, y probablemente con más razón: imagínense, llegar a una fiesta con su mejor traje, para que los otros asistentes les embarren todo tipo de inmundicia… y luego, incluso antes de que acabe el evento, empiecen a murmurar (o a gritar, según el caso): «que ya se vaya ese mugroso».
Pobre año. ¿A dónde se van los años que se acaban? Me gustaría pensar que hay una especie de Casa de Retiro, donde pueden descansar un rato, reponer fuerzas, jugar tenis, aprender idiomas, ver álbumes y películas y hasta tener una habitación con circuito cerrado desde la que puedan criticar al Año en Turno.
Ya me imagino a 1939 mirando con desdén al 1998: «¿A eso llamas crisis? Crisis la que hubo en mi tiempo…». O al 2000, todo cantarín, sintiéndose importante por haber sido tan festejado… y a su lado, 2001, el verdadero iniciador de un milenio, haciendo bilis…
Pero también me da por imaginar que no: que no hay año nuevo. Que el 2004 es el mismo que 2001 y 2000 y 1988 y 1939 y todos los demás. Que se trata de un sólo año, no sé si esquizofrénico o sádico, que cada determinado tiempo se cambia de disfraz para venir a hacer las mismas bromas… Y nosotros tenemos que reírnos o fingir sorpresa, seguirle el juego, auqnue en el fondo sabemos que no va a pasar nada que no haya ocurrido antes.
Hay una tercera opción: la gente que muere reencarna en animales, plantas, piedras… pero también en días, minutos y años. Y por eso hay años buenos y años malos. Es cuestión de karma.
Cuando yo me muera quiero reencarnar en gato o en año bisiesto más allá del neoliberalismo, o antes de la revolución industrial.
Y en todo caso: ¡Feliz fin de 2003! (Ya desearemos cosas lindas del 2004 cuando llegue. ¿Qué tal que se va de huelga y nos quedamos en el limbo del calendario, ése que los aztecas conocían tan bien? -
Dedos tiesos
Regreso, por fin, luego de vacaciones tan movidas que me hacen falta vacaciones para descansar de ellas. Me gustaría contar cada vivencia desde el momento en que salí de casa (hace ya doce días) y hasta el momento en que regresé, pero me queda bien claro que es una tarea titánica. De la gente que comienza a narrar vacaciones en un blog, ¿alguien ha podido terminar su historia con el mismo entusiasmo, con la misma meticulosidad con que empezó? Me parece que no.
Y es que, en vacaciones, se demuestra eso de que el tiempo es relativo. Once días es poca cosa, pero a mí me parece una eternidad, y de pronto no recuerdo si lo que pasó en tal lado fue el mismo día que lo que pasó en tal otro.
Pero bueno… en resumen, fue un viaje maravilloso, sin un sólo detalle desagradable (muchos tristes, pero la tristeza no tedría que ser desagradable).
Entre las cosas más remarcables están las siguientes.
1. Disneylandia puede ser un sitio ñoño y kitsch, pero también es muuuuy divertido. Y ya quisiera yo tener un sponsor que me permitiera hacer las loqueras que hacen algunos de sus artistas.
2. Ya que hablamos de Disneylandia, me llevé una agradable sorpresa en la Mansión Embrujada: tuvieron el buen gusto de olvidarse de Eddie Murphy y dedicar el sitio a los diez años de vida de Jack Skellington (y les quedó pocasumadre!!!)
3. Mi papá se divierte mucho recordando cuando mi hermano y yo éramos chavititos.
4. Soy una buenaza con los mapas. Yo, que vivo perdida en el DF, me oriento con sorprendente facilidad en ciudades con calles rectas. Me volví fan de Yahoo maps.
5. Entré a la red estrictamente para hacer mis rutas mapeales. Nada de blog (excepto uno que otro saludo en tags ajenos). No me costó tanto trabajo, supongo que soy menos adicta de lo que imaginaba.
6. Esta vez no pude ir a Haight (el barrio beat que luego se volvió hippie en San Francisco). Cosas de la democracia, yo era la única que tenía ganas. Pero a cambio, paseamos por la playa y fuimos al acuario de la bahía.
7. El acuario de la Bahía, en San Francisco, es una cosa maravillosa. Hay un momento (y me temo que es uno sólo en toda la vida) en que parece que los peces flotan en el aire en torno a uno. Es como ir en medio de un sueño. Y dan ganas de llorar (bueno, a mí me dan ganas).
8. Las medusas son seres de otro planeta, digan lo que digan los zoólogos.
9. Después de dos días de caminar intensamente, me duelen las plantas de los pies. Al cuarto día, duelen los tobillos. Al sexto, duele media pantorrilla. Llega el momento en que duele un tendoncito detrás de la rodilla. Me pregunto cuántos días tendrían que pasar para que el dolor cese del todo.
10. Hasta el sexto día, más o menos, caminé todo lo que cuento con un par de botas de plataforma (por babas, fue el único par que llevé desde acá).
11. Todo mundo fue amable con nosotros. Hasta los señores de migración.
12. Me dolió la cantidad de sueños rotos que hay en San Francisco. Si uno no camina con cuidado, puede pasar encima de las expectativas frustradas de alguien que llegó pensando en ser artista y se convirtió en homeless.
13. La mayor parte de la gente, en San Francisco, camina entre los homeless sin mirarlos, como si no existieran. Yo tengo la maldita manía de mirarlos a los ojos y decirles que no tengo dinero, o de darles lo que tengo y sentir que, de todos modos, fue demasiado poco.
14. El barrio chino es una maravilla. El japonés es más bien snob. Prefiero, por supuesto, el chino.
15. Fuimos a ver Cats, aprovechando que anda de gira (de Broadway para el mundo… o por lo menos, para la Unión Americana, I guess).
16. Castro es un barrio sorprendente. Y su historia es más sorprendente aún.
17. El homeless de nuestra cuadra (de la cuadra de nuestro hotel, pues) es maravilloso: si le dan dinero, sonríe con su boca chimuela (dientes blanquísimos, piel negra, maravillosa). Si no le dan, abraza al ‘cliente’. Nunca saca una navaja, una pistola, una mala cara. Todo el tiempo está riendo.
18. En el museo del cómic hay una tienda. En la tienda, todo lo que uno podría imaginarse. Alberto y Bef habrían sido felices ahí.
19. Oh, sí. San Francisco me gustó mucho. Más que la última vez, si eso es posible.
20. Volvamos a Los Angeles y sus alrededores: el centro de la ciudad es igualito al eje central Lázaro Cárdenas. Sólo que con menos problemas de tránsito.
21. Hollywood ha cambiado mucho desde la última vez (y son sólo dos años los que han pasado). Lo están conviritiendo en un lugar más presntable. ¿A dónde se habrán ido todos sus freaks?
22. Atravesamos la zona guatemalteco-nicaragüense de Los Angeles. ¿Qué es una pupusería?
23. Knott’s Berry Farm es un lugar extraño. Se parece a lo que era Reino Aventura, pero sin Cornelio. A cambio, presentan obras de teatro al estilo del viejo oeste. Wonderbarrr!
24. Nada como un chocolate con chantilly. Yummy.
25. Me quedé con las ganas de comer en un restaurante de comida mexicana.
26. Vi a una chavita disfrazada de Frodo. Qué pedo con esos freaks del señor de los anillos? No se enteraron de que el Único fue destruido (aparentemente, ella no: traía su capa verde, con su broche de hoja, y su anillo ‘único’ colgado al cuello de una cadena de oro. Era Froda, pues).
27. Hacía mucho frío, pero luego de caminar un rato, se olvida.
28. Las vacaciones no son, no pueden ser, una evasión. Nos enfrentan a otras situaciones, nos ponen en disyuntivas no cotidianas, pero seguimos siendo la misma persona que nos mira desde el espejo. Y en casa nos esperarán, fieles, los estados de cuenta.
29. Sobre las personas sin hogar (que, señores, no son todos negros, viciosos y malvivientes. Hagamos a un lado los clichés, ¿por favor?) va esta liga.
30. Me dio tanto gusto emprender el viaje, como estar de vuelta. En la próxima ocasión, creo que iré a Haight, a Mission y a Castro con calmita. Y al cine, yessss! (Pero eso será cuando mis fieles estados de cuenta vuelvan al balance neutral de ‘cero deuda’). -
Aviso
Señores, señoras, niños y niñas: espero que les haya gustado la farsita. Ahora me toca salir de vacaciones, y volveré hasta el 29 de diciembre. Intentaré venir a dar la vuelta, pero no estoy segura de que sea posible. Así que les mando abrazos y buenos deseos de una vez.
*Rax junta las manos y se inclina místicamente, como para decir ‘amén’*
Ahilavén.