Estábamos Alberto y yo con un escritor famoso, desenvuelto, simpático. No recuerdo quién era, pero se parecía a Joserra Ruisánchez. Nos contaba de un viaje de escritores mexicanos a Medio Oriente. Yo pensaba «chale, a como están las cosas, ni gratis iba yo… ¿o sí iría?».
Para cuando el tipo terminaba su narración, ¡sorpresa! estábamos en Medio Oriente. A punto de un ataque terrorista, ja.
Los terroristas nos hacían poner la cara contra la pared y alzar las manos. Luego escogían de entre nosotros a varias mujeres y las apartaban del grupo. La última elegida era yo.
Nos obligaban a hincarnos y sacaban las metralletas. Yo pensaba «así que ahora sabré qué se siente morir». Era una mezcla de miedo y curiosidad. Lloraba un poquito, pero me obligaba a calmarme, a no gritar, a permanecer cool. Chale.
Y sentí clarito el primer disparo en la frente, los siguientes en el pecho y estómago. Nada más que no dolían, nada.
En todo caso, durante el fundido a negros, supe que lo seguiría era la verdad última sobre la muerte….
Desperté. Chales.
Autor: Raquel
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anoche me mataron (en un sueño)
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cansada
Ya necesito vacaciones… y todavía faltan dos meses y medio. Setenta y cinco larguísimos días.
Ay de mí.
(Aunque, en realidad, esto de trabajar no es tan tan tan malo) -
Reinaguración
Hoy declaro reinagurado mi cerebro. Está un poco herrumbroso por la falta de práctica durante el tiempo que duró la huelga.
Pero espero que, poco a poco, vuelva a recuperar su condición.
Por cierto, espero que 2007 sea un gran año para todos (siempre y cuando el concepto de «gran año» no implique joderle la vida a los demás, o lograr beneficios propios a costa de otros). -
cerebro en huelga
1. Primero llegan los piojos. Se da uno cuenta porque la cabeza pica aún si no se trae un gorro de lana. Uno tiene la opción de usar ddt, o un shampoo especial, o matar piojo por piojo (liendre por liendre); pero… ¡son tan pequeños, tan indefensos! ¡Se ven tan tiernos con su ropita de colorcitos y sus bufanditas! (Ok, no es que se vean, pero así se los imagina uno).
2. Surgen los primeros campamentos. Se percata uno porque, de pronto, la cabeza se llena de tiendas de campaña. Es un poco un exceso, pero ¿no es cierto que el cuero cabelludo es de quien lo trabaja? Y la verdad es que los piojitos, así vestiditos de mineros, con sus picos y palas y cubetas y linternas, se esfuerzan muchísimo. Dale, que vivan en paz.
3. Fundan los primeros pueblos, con cantina, burdel e iglesia. Es preocupante, pero meterse con un piojo sheriff no suena a buena idea. Además, siguen ocupándose de una zona de la cabeza que jamás empleamos: la de afuera (no es que la de adentro sea muy utilizada, pero…)
4. Pasan mil cosas más, que uno ni siquiera nota por andar pensando en otras cosas. Nos acordamos de los piojos cuando, cierta noche, las luces de sus ciudades y el ruido de sus aeropuertos no nos dejan dormir. Una sola palabra viene a nuestras cabezas (en la parte de adentro): infestación.
5. Decide uno que es tiempo de actuar porque los piojos han entrado por las orejas y comenzado a urbanizar la parte de adentro de la cabeza. Pero es demasiado tarde: ya han interrumpido las sinapsis para aprovechar esa energía eléctrica en otras cosas. Al final, nos dejan con un 25% de funcionamiento cerebral, suficiente para las actividades fundamentales. Decide uno coexistir en paz con los nuevos amos de nuestros pensamientos.
6. Lo malo es que las diferencias sociales entre piojos comienzan a ser tremebundas. Entonces, los mineros-piojos, obreros-piojos, electricistas-piojos, campesionos-piojos y demás oprimidos, hacen una huelga. Apagan el switch de las sinapsis. Uno se queda con cara de estúpido y la reserva eléctrica sólo alcanza para escribir una nota breve en blogspot y chatear el resto del día.Claro, los demás no ven la civilización pioja que se colapsa en la jungla de cabellos. Y uno prefiere decir que tiene flojera, a admitir que un problema de higiene se le fue de las manos.
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OFERTONONÓN
Como algunos ya saben, nos acaban de instalar librerosa nuevos. Nos hemos dedicado los últimos días a poner libros en orden, tarea gratificante y muy polvosa, je.
Bueno, pues resulta que me encontré entre la manada de libros salvajes que pastaban en las cajas de la mudanza (¡ya hace dos años de la mudanza!) algunos de Alberto, mismos que puse en paquetitos… la cosa es ésta: el año no ha sido especialmente malo, pero tampoco especialmente bueno. Así que, con el permiso de Alberto, estoy vendiendo dichos paquetitos de libros. La mejor parte es que irán autografiados por el autor, je.
No, esa no es la mejor parte: la mejor parte es que, de regalo, incluyo un librito de edición super limitada (200 ejemplares), mega artesanal, de un cuento navideño (o mejor dicho, invernal) que nunca estará en venta: Alberto lo escribió para sus amigos, pagó la edición de su bolsillo, y accedió a regalarme tres. También irán autografiados y van numerados por su santa mano :)
Igual y ustedes dicen: ¿y a mí qué? Perro igual les interesa, o conocen a alguien que le interese. Les pego el link del coso: está en Mercado Libre.
Creo que no está nada mal, considerando que son libros nuevecitos, no son saldos, son de los que compramos cada vez que Alberto sale a presentar libro jueras (en caso de que la editorial no lleve su propio stock).
Bueno, ya está dicho. :)