Autor: Raquel

  • chin…

    algo iba a escribir acá, pero ya se me olvidó.
    :(

  • Un sueño

    Anoche volví a soñar zombis. Soñé que eran muchos, pero tontos, y que tenían sus propios horarios para salir de quién sabe dónde y pasear por la ciudad. Que entonces había que estar al pendiente de que no entraran a las casas, o sea, unos minutos antes del paso de los zombis, meter a las mascotas, cerrar las puertas, asegurar las ventanas… esas cosas.
    Era un poco horrible: tener que estar ahí, pegada a la pared, mirando el paso de los zombis, observando su arrastrar de pies, reconociendo aquí y allá algún ex-conocido. Pero la lógica era que, si uno se iba justo a esa hora, no sé, a ver la tele o a leer, podía pasar que un zombi se metiera a tu casa, o algo…
    En mi sueño, se supone que estaba casi por ser la hora del paseo zombi, pero que de pronto salían, del mismo quién sabe dónde del que luego saldrían los zombies, varios gatos caseros, asustados. Y yo me daba a la tarea de meterlos todos a mi refugio (que primero parecía muy estrecho, pero casi al final del sueño descubrí que era grande y que tenía algunos cuartos muy monos) pero los gatos, asustados como estaban, también eran desconfiados, y yo sentía pasar el tiempo y me llenaba de angustia: ¿podría meterlos a todos, o tendría que ver un gaticidio? ¿o habría un raquelicidio, al no estar yo asegurando ventanas y tal?
    Al final, convencía a los gatos con un platote de whiskas y cerraba casi todas las puertas y ventanas. Veía las siluetas de los zombis, pasando del otro lado de mis ventanas, despacio, dirigiéndose a sabe dios dónde, y los gatos se acurrucaban contra mí y una mano zombi entraba por una ventana mal cerrada, un instante, el tiempo que le tomaba a su dueño dar el siguiente paso, sacarla y seguir adelante (al parecer, en mi sueño los zombis sólo atacaban a alguien si lo veían; pero tenían, sí, el mal hábito de entrar si se topaban con puertas o ventanas abiertas).
    Ya hacia el final de mi sueño llegaba una familia completa de humanos que no entendían muy bien lo que ocurría, y a algún amigo mío lo enviaban a la cárcel zombi por algún motivo que ahora se me escapa…
    Qué lástima que desperté. Me hubiera gustado ver si después de los créditos pasaba todavía algo :)

  • gracias a todos por todo

    Y bueno, Andrés falleció el lunes por la mañana. (Falleció es una palabra horrible).
    En la tarde fuimos a Gayosso a lo que llaman ahora muy propiamente darle el último adiós (que también suena horrible).
    Muchas gracias por el apoyo, de verdad que se siente el calorcito en el corazón.

  • Ándrés

    Mi primo Andrés Morales era una oveja negra cuando yo cobré conciencia de que había otros en el mundo. Su cuarto estaba pintado de negro y escuchaba Pink Floyd cuando yo comenzaba a oir Parchís. Las tías hablaban de él entre susurros y ceños fruncidos.
    Ah, pero tenía tantos libros… ¡tantos!
    A mí me gustaba platicar con él. A veces se ponía en plan sabiohondo y me regañaba por no haber leído aún Cien Años de Soledad o alguna cosa de Ibargüengoitia… eso me gustaba, no me recomendaba libros para niños ni me trataba con condescendencia.
    Me prestaba libros y por él conocí a Jean Genet.
    Hoy, mi primo Andrés está en el hospital. Los médicos dicen que es cuestión de horas, y no hablan precisamente de darlo de alta.
    Hmmm… no estoy muy inspirada para escribir.
    Una disculpa

  • Ultraviolencia bíblica

    Señores… ¿les espantó en su momento Ellis con su American Psycho? ¡Eso no es nada! Chequen esta bonita muestra de ultraviolencia, tomada del libro de los Jueces, capítulo 19 (sí, de esa bonita antología titulada «La Biblia»):

    19:22 Pero cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpeando a la puerta; y hablaron al anciano, dueño de la casa, diciendo: Saca al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.
    19:23 Y salió a ellos el dueño de la casa y les dijo: No, hermanos míos, os ruego que no cometáis este mal; ya que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad.
    19:24 He aquí mi hija virgen, y la concubina de él; yo os las sacaré ahora; humilladlas y haced con ellas como os parezca, y no hagáis a este hombre cosa tan infame.
    19:25 Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que tomando aquel hombre a su concubina, la sacó; y entraron a ella, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando apuntaba el alba.
    19:26 Y cuando ya amanecía, vino la mujer, y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.
    19:27 Y se levantó por la mañana su señor, y abrió las puertas de la casa, y salió para seguir su camino; y he aquí la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.
    19:28 El le dijo: Levántate, y vámonos; pero ella no respondió. Entonces la levantó el varón, y echándola sobre su asno, se levantó y se fue a su lugar.
    19:29 Y llegando a su casa, tomó un cuchillo, y echó mano de su concubina, y la partió por sus huesos en doce partes, y la envió por todo el territorio de Israel.
    19:30 Y todo el que veía aquello, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Considerad esto, tomad consejo, y hablad.

    (En el capítulo 20 se lleva a cabo la venganza por la muerte de la concubina. No, no se cuelga de los huevos al jijo marido que la sacó a que la violaran por salvarse él mismo -¡caballeroso…!- sino que se comete un genocidio bárbaro contra los violadores, sus padres, sus primos, sus amigos y cualquiera que hable como ellos. ¡No se lo pierdan! La sangre sigue corriendo…)