Autor: Raquel

  • La siguiente gran cosa (The next big thing)

    La siguiente gran cosa (The next big thing)

    la foto (4)

    [read in English]

    Estoy muy emocionada, como siempre que hay algún juego interesante en los blogs, Facebook o twitter (o myspace, hi5 o lo que sea). Resulta que la escritora Judy Goldman me pasó la estafeta para participar en The next big thing, un acontecimiento bloguero de esos bonitos, old school, surgido en Australia pero que se expande por el mundo…
    Así que, primero que nada, agradezco a Judy la invitación (vayan y conozcan su sitio en este link o allá arriba donde está su nombre; anden, yo acá los espero) y a continuación contesto las preguntas de The next big thing, primero en español (ya que este blog es básicamente en español) y luego en inglés (para no romper la cadena). Además, para que realmente sea una cadena, hay que invitar hasta cinco escritores/ilustradores a que tomen la estafeta y contesten las preguntas el próximo viernes en sus respectivos blogs. Mis invitados son tres escritores y una ilustradora de los que soy fan entusiasta (además de que son blogs que me encantaría ver más activos):
    Alberto Chimal
    Erika Mergruen
    Arturo Vallejo
    y
    Margarita Nava
    Espero que el próximo viernes tengamos ocasión de leer las respuestas de los cuatro :D

    Y, ahora sí, el chismógrafo:

    1. ¿Cuál es el título provisional de tu próximo libro?
    Kriptonita en la primera pregunta: soy pésima con los títulos y si me detuviera a escoger uno que me guste, nunca llegaría al punto de ponerme a escribir la historia. Pero ya que hay que decirle de alguna manera al coso, pues de momento se llama La abuela malvada.

    2. ¿De dónde te llegó la idea para el libro?
    Soy fan absoluta del horror desde que era niña y tenía, desde hace años, el deseo de escribir una novela de horror para esa niña que fui.

    3. ¿En qué género cae tu libro?
    Novela de horror para chavos.

    4. ¿Qué actores elegirías para hacer una versión cinematográfica de tu libro?
    Me gusta Judy Dench para la abuela. Para el protagonista, Gael Bernal cuando tenía 12 años.

    5. ¿Cuál sería la sinopsis de una línea de tu libro?
    Un niño es aprisionado por un fantasma en una casa en la que se confunde la realidad con las pesadillas.

    6. ¿Quién publica tu libro? / ¿Será un libro autopublicado o representado por una agencia?
    Aquí comienzan las discrepancias culturales, me temo, pero no es el momento de ponernos a hablar de las agencias en este lado del río Bravo. Yendo al grano, diré que aún no sé quién lo vaya a publicar, pero que me empezaré a preocupar de eso cuando sienta que ya está perfectamente terminado.

    7. ¿Cuánto te tomó escribir el primer borrador del manuscrito?
    Todavía no lo termino, pero calculo que me tomará unos dos meses trabajando de corridito.

    8. ¿Con qué libros del mismo género compararías tu historia?
    Me encantaría pensar que tiene cierta hermandad con los cuentos de Jean Ray (en cuanto al género “horror”) y con las narraciones para niños de Ana María Shua en La fábrica del terror.

    9. ¿Quién o qué te inspiró a escribir este libro?
    Un viejo álbum fotográfico que encontré en casa. Al hojearlo, me di cuenta de que no sabía nada de la mayoría de la gente retratada, y eso que son mi familia. Pensé que podría ser interesante inventar aquello que no sabía, y a la vez plantear la idea de que damos por hecho un montón de cosas sobre las personas sin saber realmente nada.

    10. ¿Qué más del libro podría picar la curiosidad de los lectores?
    Que, además, de la historia de miedo, hay un enigma por resolver, por lo que se trata también de una historia de suspenso.

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    Y ahora, en inglés:

    The Next Big Thing

    I’m very excited, as I always am when there’s an interesting meme or game on blogs, Facebook or Twitter (or MySpace, Hi5 or whatever). Turns out writer Judy Goldman gave me the baton for participating in The Next Big Thing: a nice, old school blog event, of Australian origin but rapidly traveling the world…
    So, first of all, I thank Judy for the invitation (you should go and visit her site; go now, I’ll wait right here), and next I’ll answer the questions of the Next Big Thing game. I did it so first in Spanish (because that is this blog’s primary language) and then (now) in English.
    Besides, in order to make the game continue as a chain (as it is expected), I must invite up to five writers or illustrators to take the baton from me and answer the questions in their respective blogs or sites. My invitation goes to the following people:

    Alberto Chimal
    Erika Mergruen
    Arturo Vallejo
    and
    Margarita Nava

    Here, the Q&A,

    1. What is the working title of your next book?
    This first question is kryptonite! I’m really bad at choosing titles and if I had to stop and pick one I am absolutely sure I really like I’d never get to the point of beginning to write the story! However, since I have to somehow identify the thing, a working title can be Evil Grandma.

    2. Where did the idea come from for the book?
    I’m a huge horror fan since I was little and for many years I had wanted to write a horror novel for the little girl I was.

    3. What genre does your book fall under?
    Horror novel for young readers.

    4. What actors would you choose to play the part of your characters in a movie rendition?
    I’d like Judy Dench for the role of the Grandma. For my protagonist, I’d like Gael García Bernal (the Mexican actor)… when he was twelve.

    5. What is the one-sentence synopsis of your book?
    A boy is imprisoned by a ghost in a house where reality gets mixed with nightmares.

    6. Who is publishing your book? Will your book be self-published or represented by an agency?
    Here begin the cultural differences between Mexico and other countries, I’m afraid, but this is not the time to talk about how agencies “work” south of the Rio Grande. More to the point, I’ll say I don’t know yet who will be publishing it, but I’ll start worrying about that when I finish the story.

    7. How long did it take you to write the first draft of the manuscript?
    It isn’t finished yet, but I guess it will take two solid months to complete.

    8. What other books would you compare this story to within your genre?
    I’d love to think it’s in some way similar to the horror stories of Jean Ray (a Belgian writer I admire enormously) and at the same time to Argentinian writer Ana María Shua’s stories for children in her book The Horror Factory.

    9. Who or what inspired you to write this book?
    It was an old photo album I found in my house. Leafing through it, I realized I knew nothing about most of the people who appeared in the pictures, and I was astonished because they were my own family. I thought it could be interesting to invent that which I didn’t know, and at the same time write something about how we assume a lot of things about people without actually knowing anything for sure.

    10. What else about the book might pique the reader’s interest?
    Maybe that, aside from being a horror story, there is an enigma to be solved, so it is also a mystery story.

  • Cordial invitación: «Ojos llenos de sombra» en Dada X

    Cordial invitación: «Ojos llenos de sombra» en Dada X

    La verdad es que estoy emocionada: el 19 de enero, dentro de los festejos del XVIII aniversario de la Orden del Cister, habrá una presentación de mi novela Ojos llenos de sombra. Me emociona porque será uno de esos momentos raros en que la realidad y la ficción se juntan un ratito: algo así como si dos universos se tocaran, o como si se abriera una puerta dimensional, o vayan a saber ustedes qué. El chiste es que gente que sale en la novela estará en un lugar que sale en la novela y habrá chance de invocar a los personajes en una mini-lectura de un mini-fragmento (dicho así, suena a cuento de horror estilo Jean Ray, ya sé).

    En resumen: si tienen chance de ir, será un gustazo verlos por allá. Acá les dejo la invitación:

    Invitación XVIII Aniversario Orden del Cister
    (Click para ampliar)
  • No te comerás el cerebro de tu espectador

    No te comerás el cerebro de tu espectador

    (Escribí este ensayo para un libro electrónico que editó, en 2011, el festival de cine de horror Noctambulante. Ahora lo recupero para ponerlo aquí.)

    Kyra Schon en La noche de los muertos vivientes
    Karl Hardman y Kyra Schon en La noche de los muertos vivientes de George A. Romero

    ¿Qué sería del séptimo arte sin el horror? Este género acompaña al cinematógrafo casi desde su invención (o desde su invención misma, si recordamos las anécdotas de cómo se ponía la gente al ver La llegada del tren, primera película de los hermanos Lumière).

    Si bien al principio se esperaba que el cine cumpliera con una función meramente documental, pronto, muy pronto, se convirtió en campo fértil para la imaginación, y, en particular, para sus engendros más retorcidos: varios de los monstruos más emblemáticos de la cultura popular encontraron su lugar en el cine en fechas tan tempranas como 1910, año en que se estrenó la primera versión de Frankenstein (dirigida por J. Searle Dawley).

    A este pionero pronto lo siguieron el gólem, criatura legendaria de la tradición judía; el jorobado de Notre Dame, engendro creado por el novelista francés Víctor Hugo; y, por supuesto, Nosferatu, el vampiro salido de las páginas de Drácula, de Bram Stoker.

    Sin embargo, pocas de estas criaturas han logrado permanecer en el imaginario colectivo, causando el mismo terror que al principio: basta ver las iteraciones más recientes del vampiro (¿vírgenes hasta el matrimonio que irradian chispitas?) o del Jorobado de Notre Dame (¿bailar con las gárgolas, en serio?) para darnos cuenta de que varios de ellos difícilmente podrían hacernos temblar.

    Por otra parte, también es interesante que la gran mayoría de estos seres surgieron previamente al cine y que son sólo una adaptación de criaturas surgidas en otros medios, sobre todo en la literatura.

    Hay una excepción notable a esta tendencia: el zombie, sin duda el primer monstruo netamente cinematográfico.

    Vayamos por partes: el ingreso del zombie al cine sí se debió a un libro, pero no fue una novela o un cuento; sino al tratado antropológico La isla mágica, de William Seabrook, publicado originalmente en 1929.

    Estas historias acerca de los falsos muertos, raptados de sus propias tumbas y convertidos en esclavos sin voluntad, llamaron fuertemente la atención del público (primordialmente del anglosajón). Sin embargo, lo mejor ocurrió tres años después, cuando el director de cine Victor Halperin y el guionista Garnett Weston se basaron en La isla mágica para crear la película White Zombie, con Bela Lugosi.

    Aunque no le dieron el crédito correspondiente a Seabrook, el éxito de la película se sumó al interés que había despertado el libro y el término “zombie” se convirtió en sinónimo de “muerto viviente obligado a cumplir con los caprichos de gente malvada”, o algo por el estilo.

    De haberse quedado en esa acepción, el zombie habría permanecido como un personaje intrascendente, apenas arriba de la utilería en una que otra película exótica sobre magia negra y vudú.

    Y es que, al principio –como bien lo ha expresado el escritor y guionista John Skipp en su ensayo “The long and shambling trail to the top of the undead monster heap” (Zombies, encounters with the hungry dead, Black dog and Leventhal Publishers, 2009), los zombies eran “los esclavos definitivos”: carentes de voluntad, ignorantes de su pasado, ajenos a cualquier sentido de identidad individual, estos rebaños de exhombres (y una que otra exmujer) aterrorizaban al público por la perspectiva de la aniquilación total de la voluntad humana.

    Pero por suerte (para el zombie y para sus fans) el imaginario colectivo decidió usar esa misma palabra para denominar a otro tipo de muertos vivientes: los ex-seres humanos reanimados cuyo único objetivo es destruir a sus antiguos colegas de especie en la película de un joven director hasta entonces desconocido.

    Era, obviamente, George Romero. A sus 28 años, había dirigido sólo comerciales de televisión, pero tenía el firme propósito de hacer una película divertida, interesante. Curiosamente, para el guión se basó en la novela Soy leyenda, de Richard Matheson. Cambió las hordas de vampiros anárquicos por enjambres de muertos vivientes y conservó la atmósfera de desolación de los personajes encerrados, sitiados por los monstruos, aparentemente sin escapatoria. Más importante: introdujo por primera vez el canibalismo en todo su esplendor, rompiendo así uno de los tabúes más estrictos del cine hasta el momento.

    Así, a partir del filme de George Romero, la aterradora sumisión del zombie haitiano dio paso a un nuevo horror: el colectivo irracional, con el que no se puede negociar ni pactar, que despoja al individuo no sólo de su voluntad, sino también de su conciencia y hasta del último rastro de humanidad. Estamos ante el monstruo perfecto.

    Casualmente, en la primera película de Romero (La noche de los muertos vivientes, 1968) nunca se usa la palabra “zombie”; pero pronto se popularizó el término para designar a sus monstruos. Fue cosa de tiempo (y ni siquiera de mucho tiempo) para que otros guionistas y directores adoptaran y recrearan esta versión del zombie.

    En general, estas películas tienen en común varias cosas:

    • Se centran en un grupo limitado de sobrevivientes que deben enfrentarse a la amenaza zombie
    • Nos presentan a los monstruos como hordas invencibles, más por su número que por sus “poderes especiales”
    • Si bien nos regalan escenas deliciosas de canibalismo o de orgías de sangre, la tensión dramática reside en las diferencias al interior del grupo de sobrevivientes

    Lo más sorprendente es que, pese a los años transcurridos desde entonces, a lo limitado de la fórmula y a la gran cantidad de filmes sobre el tema, el interés por los zombies parece no agotarse y, aunque hay muchas películas donde se aborda el asunto en un tono cómico, este monstruo no se ha suavizado al modo del vampiro. Por el contrario, aún en las historias menos sangrientas (me viene a la mente la genial Pontypool, de Bruce McDonald, de 2008) o en las más delirantes (como El desesperar de los muertos, de Edgar Wright, 2004), la presencia zombie resulta aterradora, cuando menos.

    Esto se debe, muy probablemente, a que las películas de zombies han sabido combinar el miedo básico a ser devorados o convertidos en parte del ejército de caníbales sin voluntad con otros temores: a la Otredad (como en las películas de Romero), a una guerra nuclear (como El regreso de los muertos vivientes 2, de 1988, dirigida por Ken Wiederhorn; por cierto, es la primera película donde los zombies dicen “Brains!”), a una mutación genética (por ejemplo, Exterminio, de Danny Boyle, 2004), a una madre castrante (se puede ver en Tu mamá se comió a mi perro, de Peter Jackson, 1992), a la discriminación social (Fido, de Andrew Currie, 2006) o al lenguaje mismo (y aquí vuelvo a citar Pontypool).

    Lo mejor de todo es que nos encanta horrorizarnos. Mientras esto no cambie, el zombi seguirá siendo una de las grandes amenazas en el cine. Porque, a fin de cuentas, se trata, como los demás monstruos, de la exacerbación de El Otro, el que es distinto a mí como espectador. Pero, dentro de la Otredad, el zombie es el peor escenario posible.

    Como dijo en alguna ocasión el escritor de terror Clive Barker, “Los zombies son el monstruo ideal de fines del siglo XX. Un zombie es algo con el que uno no puede lidiar. Sobrevive a todo. Frankenstein y Drácula pueden ser vencidos de muchas formas. Los zombies no. No se puede negociar con ellos. Ellos simplemente continúan persiguiéndote. Los zombies consisten en la necesidad del ser humano de lidiar con la muerte. Representan una cara muy específica de ésta. Y el hecho de que podamos hablar de esto, echa por tierra la teoría de que el género no puede tomarse en serio”.

  • Adiós, 2012

    Adiós, 2012

    fotografía de Margarita Nava

     

    ¡Qué largo fue 2012! Trato de pensar en los puntos más importantes del año y siento que, algunos, ocurrieron hace mucho, muchísimo tiempo. Pero reviso la agenda y descubro que no: que, cuando mucho, han pasado once meses. Supongo que esta percepción se debe a que, para mí, 2012 fue un año intenso: lo inicié en cama, con un esguince de tercer grado con dislocación de peroné, la pierna izquierda envuelta en una férula. En esas primeras semanas del año descubrí que pequeños actos trivialísimos, como ponerme un par de calcetas o levantarme al baño en la noche, podían ser realmente complicados. Aprendí, también, a pedir ayuda (nunca me había dado cuenta de que tenía problemas con ese tópico) y, ya encarrerada en lo del reposo, a tejer con agujas mientras veía la enésima repetición de Rosa Salvaje en la tele de paga. Si en enero de 2012 alguien me hubiera dicho que iba a ser un gran año, le habría clavado las agujas de tejer en los ojos (también tuve problemas de tolerancia a la frustración en esos días).

    Con todo, creo que fue mi año. Ya que me quitaron la férula y mejoró un poco mi humor, admití que lo que me interesa de veras es escribir (aunque no lo hice en los días del estambre y Rosa Salvaje). Con esa certeza terminé de escribir una novela que empecé en 2010 y la envié al premio Gran Angular, que convoca la editorial SM. También corregí algunos cuentos que tenía en espera desde principios de siglo y escribí algunos otros. Varios de ellos los envié a revistas y antologías. Varios fueron seleccionados y andan ya por aquí y por allá, en papel y en la red. Pero lo mejor de todo es que Ojos llenos de sombra, mi novela, ganó el premio al que la mandé y fue publicada en septiembre. Mientras hago cuentas (uso un dedo para representar cada mes, para no equivocarme) me cuesta creer que haya sido sólo seis o siete meses después de que decidí que iba a tomar en serio la escritura, pero vuelvo a contar los dedos extendidos y tengo que reconocer que así fue. No puedo, no debo quejarme.

    El domingo pasado (16 de diciembre) se cumplió un año exacto de que me hice el esguince. El pie me duele cuando hace frío, y una segunda caída (en octubre) me tiene un poco descuadrada, pero en general puedo moverme sin problemas. Este año brinqué y bailé, emocionada, en el concierto de Sisters of Mercy, una de mis bandas favoritas desde el siglo pasado; también caminé sin descanso por las calles de Venecia y París, acompañando a mi papá a cumplir su sueño de toda la vida. No sólo mis pies se la pasaron mejor que en enero: mis ojos también tuvieron lo suyo: me regalaron algunos libros de Elena Fortún, una de las escritoras que más admiro; y vi publicada la novela en la que Alberto, mi esposo, estuvo trabajando los últimos ocho años.

    Sí, 2012 también trajo su carga de tristezas y malas noticias, algunas muertes en la familia y problemas en el país a los que no puedo, no quiero dar la espalda; pero creo que en el futuro seguiré recordándolo como el año en que metí la pata y me decidí a ser escritora. Sin que una cosa tenga que ver con la otra.

    (La hermosísima ilustración que encabeza la nota es cortesía de Margarita Nava y nunca acabaré de agradecérselo)

  • ¡Guadalajara, Guadalajara, Guadalajaaaaraaaaa! (probadita)

    ¡Guadalajara, Guadalajara, Guadalajaaaaraaaaa! (probadita)

    En la presentación

    Ayer regresé de Guadalajara, donde se presentó mi novela Ojos llenos de sombra en el marco de la Feria Internacional del Libro. La verdad es que todavía estoy muy emocionada, la experiencia fue intensa y grata y cansada y feliz y con sorpresas varias (de todo tipo).  Tengo la firme intención de escribir una entrada más larga al respecto, para compartir la experiencia con la gente que sigue leyendo este blog a pesar de sus lapsos larguísimos de inactividad. Y también para que no se me olvide. Porque esta bitácora es una antología de cachos importantes de mi vida: unos que narro recién ocurridos; otros que rememoro tras muchos años; otros más, que cuento sin que hayan pasado en este universo, pero que me encanta la idea de que hayan sucedido en algún mundo paralelo.

    Así que vendrá un post más larguito sobre la novela. Pero, mientras, un par de fotos: una es cortesía de Antonio Marts y la otra de Ceci Eudave. A ambos mi entera gratitud por haber estado ahí.

     

    La Raxxie de cartón