Capítulo muchosmil:Donde Exigentina conoce a Laura Zapata

¿En qué nos quedamos? Exigentina quería ayudar al monstruo, más porque se veía reflejada en él que porque realmente quisiera ayudarle. O por las dos cosas, no sé: la mente humana es compleja. Lo importante es que ese día, fue a casa de la Bruja preguntándose qué diantres podría hacer ella para ayudar a un príncipe…

Cuando llegó a la puerta de la casa, escuchó voces. ¡No, no era que se estuviera volviendo esquizofrénica! Las voces eran dentro de la casa, y seguramente eran la Bruja y su hija. La voz de la hija era a la vez hermosa y terrible, como las aguas claras que esconden un pozo sin fondo. Hablaba con una dulzura extraña, amenazante. Y la ira contenida la hacía temblar.

–Madre, ¡necesito a ese monstruo ya! ¿Cómo es posible que lo hayan perdido?

La Bruja sólo balbucía cosas sin sentido (¿se han dado cuenta que ‘balbucir’ tiene el mismo origen que ‘Balboa’? ¿será por eso que Rocky no sabe hablar bien?), tratando de disculparse.

La voz hermosa continuó:

–El rey empieza a dudar porque el príncipe no ha mandado una sola carta. Me dijo que si soy realmente su esposa, debo encontrar el anillo real, que el príncipe escondió en algún lugar del palacio cuando era niño. ¡Necesito que ese maldito monstruo me dé la información!

Siguieron discutiendo. A la Hija de la Bruja no le importaba que el príncipe transformado pudiera estar hambriento o enfermo después de tanto tiempo preso: sólo le interesaba su reino. Exigentina, mientras tanto, escuchaba.

–Madre, encuéntralo. Tendrá tanta hambre y odiará tanto la soledad y la vida de monstruo que tal vez ahora sí acceda casarse conmigo. Si no, podremos hacerle una vasectomía (por supuesto: la hija de la bruja pensaba en una lobotomía, pero además de mala y perversa era inculta).

–Y si acepta casarse contigo, ¿cómo lo volverás príncipe? ¿O llegarás a su reino con un Monstruo Perfecto? ¡Te quemarán en la hoguera!

La hija se quedó callada. Cuando volvió a hablar, su voz había cambiado. Era falsamente humilde y melosa.

–No sé, mami. ¿Qué podríamos hacer para transformarlo?

La Bruja habló, dándose importancia.

–Hay una planta… es una planta que tiene el tallo y las hojas de plata. Sólamente crece cuando la riegan lágrimas de sufrimiento, pero de sufrimiento por otros. Al final, da un fruto que es negro, parece estar ya marchito. Nadie creería que sirve para nada. Quien lo ve, piensa que la planta se malogró. Pues bien: cualquier hechizo de transmutación se revierte sólo cuando se come ese fruto entero.

–¿Y tú tienes esa planta?

–Tengo una semilla… pero la perdí. Debe estar cerca de casa, y la encontraré pronto…

La Hija volvió a ponerse furiosa y se fue, dando un portazo. Exigentina esperó un rato más y cuando entró le dio un masaje en los pies a la Bruja, a ver si con eso se le quitaba el malhumor. Luego se fue a su recámara y sacó el frijol que había encontrado: conque era mágico…


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