Yo creo que la radiación sí nos está haciendo daño. Tantos celulares y hornos de microondas y bombas atómicas y maíz transgénico y todo eso, seguro está causando daños en nuestro equilibrio genético
Pongo por ejemplo a Rasabadú, mitad col de bruselas y mitad dragón de papel (por cierto, su historia del dragón me hizo llorar, bujú).
Pero -claro- ese es un ejemplo bastante obvio: cualquiera se da cuenta de que un ser mitad dragón de papel y mitad col de Bruselas tiene algún tipo de problema.
Hay otros más sutiles y, por lo mismo, más escalofriantes. Y no voy a hablar de mis propias mutaciones, porque mis detractores dirán que se deben a mi sangre extraterrestre y a mi afición a comer dulces de plutonio.
No: hay cosas peores, mucho peores, y lo más terrible es que nadie parece darse cuenta, nadie hace nada.
Hoy en la mañana llegué aquí, mi sacrosanto trabajo, y me encontré con que el chavo de seguridad (que es muy lindo, me deja entrar aunque no traiga credencial si le invento un buen pretexto) tenía una cosa extraña en la cara. Era como una herida, una abertura como hecha con arma cortopunzante (portocunzante? cunzoportante? torcozunpante?), con unas cosas blancas, como piedritas. Digamos que si no fuera un elemento de seguridad, diría que era una sonrisa.
(This is becoming silly. Estuve a punto de borrar todo el párrafo del chavo de seguridad, pero lo voy a dejar como muestra de absurdez. Vamos de nuevo al tema, y esperemos que esta ocasión salga de mis dedos enmusgados algo más lógico).
Hablábamos de las mutaciones. Dicen que las palomitas echas en microondas son especialmente malignas y que quienes las consumen desarrollan nuevas extremidades, o el gusto por las convenciones de strip chess (es como el strip poker, pero es ajedrez: si te comen una pieza, te quitas una prenda).
Pero más grave es que generan poderes extraordinarios: ven más allá de lo evidente, o recuerdan pagar a tiempo sus deudas con Hacienda.
(This is becoming silly… again)
En realidad, quería hablar del Hombre-Cocodrilo que conducía el auto que iba junto a mío hoy en el Viaducto. No le dije nada a Alberto para que no se asustara, así que no lo vio; pero puedo asegurarles que fue una cosa terrible de ver.
Ya acabé de trabajar hoy. Parece que sí me van a validar acá el servicio social. Así que mejor me voy y desde la tranquilidad de mi hogar tal vez pueda escribir cosas menos absurdas.
Por cierto, Deíctico no ha vuelto…
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