Un día más en la secundaria del terrock

Olvidé mencionar que el texto con que hicieron examen mis alucnillos fue ‘La Partida’, de Alberto Chimal. Y se los leyó él, en voz alta, mientras ellos lo seguían en silencio. Vaciado. Mis Lechugas que Leen (les choca trabajar, pero los cuentos los dejan arrobados) no pudieron contener un aplauso. Y eso que no saben que el cuentillo se los leyó el propio autor. :)

Para el miércoles les voy a llevar a Ibargüengoitia, ahora sí. Quiero darles a leer algo de sci fi, pero tiene que ser de pocas páginas (unas tres o cuatro, a lo más) y no muy complicado.

Ahora estoy en casa, en mi tortugaptop. Tarda tanto en abrir las páginas, que olvido lo que buscaba.

Ahora me iré a transcribir un cuentillo que terminé, que no está bien escrito, lo sé, pero me divierte muchísimo. Onanista que es una…

Ah…: un, dos, tres por Flavio, que tiene un blog.

Por último: anoche soñé que había una fiesta y de pronto ¡zaz! ruido de muchos cristales rotos. Subía a la planta alta con Rasabadú para ver qué madres había pasado y encontrábamos que habían asesinado a una mujer que, en mi sueño, me era cercana y casi querida, pero que en la vida real no existe (y si existe, no la conozco).

Para colmo, todas las vitrinas y ventanas estaban rotas, y todas las fotos en las que salía la hoy cadáver estaban descolgadas de la pared y puestas boca abajo en las superficies planas más cercanas (vitrinas, mesas, el piso…).

Lo más inquietante es que, en la biblioteca de la casa soñada, estaba roto el espejo, y de algún modo sabíamos que de ahí había salido el asesino.

Nos poníamos a buscar pruebas en el doble fondo de un librero. Lo único que encontraba era un libro de las clases de química que había impartido Alberto (?) en la preparatoria y unos apuntes de Rasabadú acerca de la literatura de humor. Tenía bonita letra, no como en la vida real, jeje.

Yo tenía miedo, sabía que desde el espejo rotísimo acechaba el asesino y que debía encontrar las pruebas en el librero. Pero mi intelecto no daba para tanto y tenía que llamar a Alberto. Mientras, el cadáver, cubierto con un velo blanco, respiraba pesadamente (?) sobre una cama.

Y desperté.

No hay nada extraño en mi espejo, al menos no hoy desde las 4 am (que desde esa hora lo he estado vigilando periódicamente…)


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