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  • El luto me trae de vuelta (hoy)

    Murió en Suiza el escritor israelí Ephraim Kishon

    Tel Aviv, 30 de enero. El escritor israelí Ephraim Kishon, quien murió el sábado en Suiza a los 80 años, será enterrado este martes en Israel, anunciaron medios locales. Kishon, considerado uno de los escritores satíricos más exitosos de la actualidad, fue autor de más de 50 libros, traducidos a 37 idiomas. Se editaron 43 millones de ejemplares de sus obras en todo el mundo, 32 millones en alemán, sobre todo de sus Historias de familia, quizás el libro hebreo más vendido después de la Biblia. El también autor de obras de teatro y director de varias películas nació el 23 de agosto de 1924 en Budapest, Hungría, con el nombre de Ferenc Hoffmann. Sobrevivió a los campos de concentración nazis y a los campos de trabajo soviéticos, de donde escapó en 1949 para dirigirse al que sería su país de asilo, Israel. Aunque se le consideraba fundamentalmente conservador, Kishon se ganó a miles de lectores, a quienes hizo reír con sus críticas a las debilidades y contradicciones humanas.

    (Era mi escritor favorito. Es como si muriera un amigo…)

  • Otro año que se va (y yo me despido)

    Gracias por las visitas, los comentarios (los lindos y los feos), los buenos deseos, las amistades, el cariño, y todo lo demás.

    Que siga la fiesta y nos leemos en otros blogs, con otras encarnaciones (tal vez).

    Rax

  • Ciclismo

    Por cierto, creo que va siendo tiempo de un cambio. Ya lo había anunciado, pero esta vez va en serio (la casa va quedando cuca, la chamba está cool, hay un par de proyectines nuevos, y descubrí que puedo pasar hasta cinco días sin navegar. cool, isn’t it?)

  • Historias tristes

    Equis pasa 12 horas diarias sentad@ en una oficina. Se aburre. Odia lo que hace. Por la ventana mira siempre a la vecina de enfrente. ¡Es tan bonita! Claro, no la ve todo el tiempo: la vecina de enfrente llega cuando quiere y cuando quiere se va. Hace locuras o estupideces (Equis no sabría decidirlo, depende de su propio estado de ánimo), ríe, llora, se emputa o se divierte pero sin aceptar que su pequeño, absurdo, nimio espía es parte de su vida.

    Equis la odia. Precisamente porque no le acepta como parte de su vida, porque no le hace un guiño. Porque ni siquiera voltea a verlo.

    Ella, mientras tanto, se enamora, va al cine, se indigna por las injusticias sociales, hace maldades sin nombre que sólo un par de personas saben(Equis no, porque puede espiarla, pero no entrar en sus pensamientos).

    Y Equis, mientras tanto, la odia.

    Junta todo su odio, lo acumula en un frasquito, lágrima a lágrima, y entonces se decide: una mañana, antes de que la vecina de enfrente llegue, Equis derrama todo ese odio, que ahora es veneno, en un vaso. Y se lo deja enfrente a la vecina de enfrente.

    Ella llega. Bebe. No sé si lo apura de un trago y se siente muy mal, o si lo toma a pequeños sorbos y se siente un poco mal muchas veces.

    Pero al final, se limpia los labios y se pierde en sus pensamientos, en la necesidad de cambiar de universo o por lo menos de país, en lo feliz que es cuando hay días de sol.

    Cuando se toma el segundo, el tercer vaso de veneno, ya apenas le sabe un poco amargo. Cambia de actividades. Vuelve a las de antes. Sigue con sus locuras y estupideces. Hace otras cuantas maldades. Una que otra buena acción.

    Y mientras, Equis, pobre y triste Equis, sigue hora tras hora frente a la ventana, esperando a que ella se descuide para aventarle un poco de veneno, que sencillamente no llega a su destino.

    Creo que al final quien muere de envenenamiento es Equis, pero la verdad es que no me interesa.

  • Tiempos de canción

    Días de estrés, de andar a las carreras, de hacer cuentas que no cuadran y de hacer llamadas kilométricas largamente aplazadas; de ultimar detalles en Canal Once y recibir más felicitaciones de las imaginadas, de dar clase a un grupo maravilloso… bueno, después de todo esto, ayer nos dimos una escapada a El Breve Espacio. Objetivo: ver a Alex Rizo para darle su invitación para la boda.

    Paréntesis. Alejandro Rizo estudió en la ENEP Aragón, pero no fue ahí donde nos hicimos amigos. La amistad llegó cuando tomamos juntos el ya mítico curso de Guionismo para televisión educativa. Creo que del semi-grupito de personajes más o menos cercanos que formamos en aquel entonces, sólo Alex y yo agarramos chamba de guionistas luego luego. Yo me seguí por esa ruta, él le dio la espalda para contar historias de otro modo. Hoy canta aquí y allá, y yo le auguro éxito (gran voz, grandes rolas).

    Cierro paréntesis.

    Pues fuimos. Justo llegamos y comenzó Alex con sus cuates Silverio y Francisco. No fue su mejor presentación, pero estuvo linda. Tocaron ‘Tiempos de canción’, que es una de las rolas de Rizo que más me gustan. Algo de Chava Flores, algo de Virulo, etecé. Luego, se quedó Alex solito en el escenario y (soy cursi, lo sé) nos dedicó una rola a Alberto y a mí. Momento séntido. Lagrimita.

    Bajó del escenario, platicamos los cuatro (él y Moni, su esposa; Alberto y yo). Nos felicitaron y desearon buena fortuna, se ofrecieron a ayudarnos en la mudanza que se avecina (se agradece, se agradece) y quedamos de vernos el sabadito.

    Fue un relax que nos hacía falta a Alberto y a mí. Y fue un recordatorio (¡uno más!) de que los buenos amigos permanecen, pase lo que pase.

    Y a todos esos buenos amigos, amigos entrañables, les mando desde aquí abrazos y toda mi gratitud por el apoyo, la complicidad y la buena vibra.

    Una cosa más: nos iremos de viaje post-boda. Creo que regresamos por ahí del jueves. Obviamente, no escribiré en esos días (y me encargaré de que Alberto tampoco lo haga).

    Pórtense bien mientras :)