Reflexiones con la panza llena

Desayuné con Erika, como cacareé varias veces desde el jueves hasta hoy en la mañana (cocorocó). Me la pasé muy cool y el tiempo voló como ocurre siempre que me la paso cool. Platicamos de mil cosas; blogs, grupos de yahoo, mails; pero también de seres que no son 0’s y 1’s, la familia, los horrores de la infancia, la vida dramática de los poetas locos… todavía a la hora de despedirnos seguíamos la platicada.

La verdad, es muy reconfortante poder platicar así, escuchar, reír, confiar fobias y excentricidades (incluidos ciertos placeres culpables –literarios, televisivos, gastronómicos–). Es bonito tener amigas. Y tomar café. Y comer quesadillas de papa con queso. La verdad, es un poquito como jugar a las comadritas, pero diferente de cuando era niña.

Llegué a casa acalorada, muy; y llena de nuevos planes de promoción para Fatal Espejo (promoción lleve uno, pague dos?). Estoy contenta. Hoy me gustan las flores.

Vi en San Angel unos cuadros y me dieron ganas de comprar un par para decorar la casa que no tengo (jaja, y comprarlos con el dinero que no tengo, supongo). Escuché Horizonte camino acá, aprendí de Historia de México (y lloré mucho, soy un pollo encorazonado) y de poesía portuguesa de principios del XX.

Mi hermano está haciendo un retrato de la Pingüirena por petición de Deíctico.

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Dice en el tagboard Ernesto Nava que le gusta lo que escribo. Me hizo sonrojar, es bonito leer eso. También dice que le gusta más lo que escribo yo a lo que escribe mi movio. Cuestión de gustos: lo mío es más chacotero, lo de Alberto es otra cosa. Hay cuentos suyos que me hacen llorar. Acá entre nos, me enamoré primero de sus letras y luego lo conocí (pero si le quitaran todas las letras y no pudiera escribir una sola palabra más, igual lo querría como lo quiero).

En lo que no estoy muy de acuerdo es en lo del ruido: Alberto es una persona callada, bondadosa, tímida. Muchas veces tengo que ser yo quien le insista de forma casi (espero que sea ‘casi’) obsesiva que se mueva más, que le de importancia a las relaciones públicas. Se emociona cuando alguien le echa flores a sus textos, cuando lo invitan a dar una clase, cuando sus amigos le demuestran aprecio. No tiene el gandallismo ni la soberbia que permite subir en el escalafón político-literario, y probablemente nunca será un ministro de cultura. Pero tampoco es eso lo que quiere.

En fin, basta de apologías innecesarias. Creo que el mundo es suficientemente ancho como para que Alberto tenga sus lectores y yo mi mundo color lila lleno de pingüinos y de gatos, sin que eso signifique un choque entre nosotros, o entre mi opinión y la de Ernesto, a quien le agradezco su honestismo y franquesitud :)

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En un rato más me voy a una comida. Luego, a una fiestitita. Quería ir a la fiesta glam de Dada X, pero a la hora de la hora me dio flojerilla disfrazarme de diva del dark: hace mucho que dejé de lado los atuendos de drama queen. A ver si para la próxima me animo :P

(Hoy este blog parece más diario que nunca, deben ser los chilaquiles con mole que me desayuné –o los huevos estrellados, las quesadillas, los frijolitos, el jugo de naranja, las muchas tazas de café, la crema, el queso o vaya usté a saber qué) :)


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