Papelitos y papelones(1)

Días y días sin escribir. La culpa es, por supuesto, de un gato. Creo. Pero también de una cuenta de correo que tuve que actualizar, contestando pinchecientosmil millones de mensajes. Y de un horario más raro que el de costumbre, en la chamba. Y de una auditoría de ‘calidad’. Y de los nuevos cursos de Fatal. Y de una limpieza a fondo.

Mejor empiezo con lo de la limpieza.

Resulta que Alberto me invitó a ayudarle a arreglar sus papelillos. A mí me encanta eso: revisar papeles, ordenar revistas, acomodar libros… creo que soy medio autista, porque me fascina. Así que si aguantan que meta las narices en cada papelito y lea y me invente una interpretación a cada recadito, invítenme a arreglar archivos y libreros :)

El caso es que salieron tres bolsas grandes de basura. ¡Estuvo cansadísimo! También divertido, porque el gatuelo se porta vaciadísimo. Pero se nos fue todo el domingo en eso, y todavía nos faltan algunas cajas… emoción. ¿qué contendrán? :)

El sábado, en cambio, estuvo de relax: desayunito con la fla-k, platicada sabrosona, un té en una mega super chida casa del té en la Roma (parecía casa de opio, pero sin opio, lástima); clase final del cursito de personajes, cenita deliciosa con Alberto.

El broche de oro fue culero, pero ya ni me acordaba: lo recordé ahorita al hacer memoria del día. Va así:

Salgo de casa de Alberto y veo mi autito con la luz prendida. Eso no es normal. Me acerco…. y ¡sorpresa! la puerta de atrás estaba abierta, el estéreo había volado. Quitaron uno de los vidrios de atrás, con tanto cuidado que ni se rompió ni sonó la alarma. Y el jijo ratero, en el colmo de la sociopatía, me dejó el vidrio enterito en un asiento, mis lentes en otro, los discos que traía en otro. El muy wey ni se imaginó que en discos traía yo más de lo que vale el estéreo: tan sólo el disco de Geduldig und Thimann tiene un gran valor… sentimental.

Total, hice berrinche y me dolió la panza del susto; pero todo fuera como eso… a fin de cuentas, lo que realmente vale, ningún ratero me lo puede quitar (llámenme cursi). Porque incluso si me mataran, no se pueden quedar con mi vida, lero, lero. Y adentro de mi cabezuela están los recuerdos cool, a ver, que me los quiten!!!

Pus hoy, ya con el vidrio repuesto en su sitio, ni me acordaba del incidente. Total, canto yo, y que se joda el mundo :D

Y así, cantando, me fui a C.U., donde di una especie de conferencia sobre mi trabajo de guionista. Fue para un grupo de taller de guionismo en la facu de ciencias políticas. Estuvo cool, aunque más tardado de lo que esperaba. Me cae que me late lo de dar clases de guionismo, son las dos cosas que mejor hago (bueno, hay otras, pero son más bien… orgánicas).

De ahí fui a desayunar con Sandragoritas y Mergruencita, siempre acompañada por Albertito Chimalito. No sé ellos, pero yo me la pasé mega chido. La platicada genial. La comida en Kondorito(2), yummy. La compañía, absolutamente maravillosa.

De la desayunada, nos fuimos Alberto y yo a ver Baraka. Wow. Qué chido verla, y en cine. No se la pierdan. Es la neta. No sé si yo estoy muy alucinada, pero me encantó lo que entendí sobre lo sagrado, lo humano, lo social. Me puse a pensar que qué triste es que la moda sea el individualismo a ultranza, que se justifique la injusticia social, que haya quienes suspiran por un sistema de castas como el de la India; también me da gusto ver que no soy la única con estos pensamientos tan fuera de moda (por eso leo la revista Colors, por eso trabajo en Diálogos en Confianza, por eso nadie me quiere todos me odian quiero comer gusanos).

Creo que Alberto va a escribir algo sobre Baraka para Fatal Espejo, así que no tiene caso abundar más sobre el tema. Y este post ya está muy largo. Si me quedo con la inercia escribidora, me seguiré en el otro blog, porque sigo maravillada por Baraka, y reflexionando sobre lo que me preguntaron en la platicada en CU: ¿Piensas que tu programa hace algo por la gente? La respuesta me salió del esternón, bien espontánea y honesta: ‘Creo que sí. Creo que hacemos un trabajo social. Y me gusta mi trabajo más que nada en el mundo, justo por eso’.

(1). Sin albur

(2). Ya sé, se llama Konditori. Pero Kondorito suena más bonito.


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