A toda prisa

Estoy en un café internet, a punto de correr para encontrarme con la profesora Mergruen. Les digo, así, de poquita gente (y en especial en casos como éste, que es persona muy muy querida) no tengo problemas de antisocialidad y tal.

Bueno, escribo porque ya acabé mi guión y me quedan dos minutos.

Y porque hoy mi día empezó más surreal y asesino que nunca.

Desde ayer, la vida ha estado agresiva:

mi hermano se fue de vacaciones y me encargó a sus peces. ¡y cinco decidieron morirse! Me sentí toda la tarde en shock. Creo que la muerte de los peces me removió residuos de la muerte de Cliff. Pa colmo, me sentí toda idiota de no poder cuidar peces ni dos días (creo que fue algo que comieron, pero no lo puedo asegurar).

Finalmente llegó la noche y dormí y soñé peces muertos flotando en mi recámara. Raro.

Pero luego…

desperté. Me levanté. Todavía estaba oscuro. Tenía que ir al coche por unas hojas que necesitaba para hacer mi guión y bajé sin prender la luz.

Mi hada madrina estaría despierta por una vez, ya que sentí el impulso inusual de ponerme zapatos (me encanta andar descalza).

Bien.

Bajé a tientas las escaleras… y algo sonó CRACK!

PISÉ UN RATÓN MUERTOOOOOO

Mi maldita gata dejó UN RATÓN MUERTO en las escaleras…

y yo…

LO PISÉ.

Tronó, y era resbalosito. Me agarré del barandal para no caer. cuando llegué a un lugar iluminado, todavía luchando con las ganas de golver la panza (modo fino de decir gomitar), vi mi pie. La sangre del ratón me había salpicado: tenía el empeine lleno de ella….

oh dios.

Qué inicio de día.

No gomité, y tengo hambre :)

Pero me siento asesina de animales.


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